7 de julio 2020
De todos es conocido el declive del béisbol cubano durante las dos últimas décadas. A continuación, un artículo que escribí en la Prisión Provincial de Las Tunas en marzo de 2009. Por escritos como este, me mantuvieron 8 años en completo aislamiento y máximo rigor.
Señor dictador, conociendo la importancia que los regímenes totalitarios conceden al deporte como medio de propaganda política, y luego de leer sus primeras expresiones sobre el Segundo Clásico Mundial de Béisbol, pensé que, como manager en jefe, Usted conduciría desde acá, al equipo cubano a la victoria, tal y como hizo con las tropas cubanas en Angola.
Antes de adentrarme en el análisis de sus reflexiones beisboleras, quiero dejar claro que el humilde autor de estas líneas, es un convencido crítico del consumismo, ya se trate de bienes materiales, o de la “tentadora miel del poder”, y que aunque el dueño, no sin razón, me cae bastante pesado, deseaba grandemente ver al equipo nacional, campeón de esta magna justa. Por su calidad y sacrificios, bien lo merecía.
Dicho esto, entremos en materia: el 3 de marzo último, en un artículo en el que justifica los cambios en otro de los equipos propiedad de su familia, saltó Usted para la pelota y expreso: “asumo la total responsabilidad por el éxito o el revés. Las victorias serán de todos, la derrota no será jamás huérfana.” Dieciséis días después eliminado ya el equipo, diría: “Debo señalar que la dirección del equipo en San Diego fue pésima…” y “los culpables somos nosotros que no supimos corregir a tiempo nuestros errores”.
¿Sintió tan pesado los cuerpos sobre los escudos, que quiso compartir la carga con otros? Y a propósito: ¿recuerda Usted que en la antigua Esparta, la educación corría a cargo del Estado y tenía como principal fin la más estricta obediencia de cuartel? ¡Estoy seguro que sí!
Después de la primera derrota ante el team nipón, usted acusó a los organizadores del Clásico de enfrentar a los tres mejores equipos “para que se eliminaran entre sí” ¿Qué quería, que los cubanos solo tuvieran rivales como Sudáfrica, Australia y México durante todo el torneo? Estoy seguro de que, ningún japonés, hubiese pronunciado una justificación tan torpe, de haber perdido su equipo.
Luego que los nacionales salieron del Clásico se exacerbó su paranoia, y dijo:”lo que le importaba a los organizadores era a eliminar a Cuba…” Ya se había olvidado de que solo unos días antes, expresó: “venceremos porque sabemos y podemos combinar algo que solo pueden hacer hombres libres, y sin dueño, no los jugadores profesionales”.
En el grupo de San Diego, como en el de Miami, clasificaban dos, de cuatro. Si se encontraban los tres mejores, uno saldría, y pudo ser cualquiera. Continuarían los dos que jugaran mejor. En el primer Clásico, los organizadores ubicaron al equipo de su país con los asiáticos, y estos le sacaron de competencia, también en segunda vuelta. Nadie protestó por ello.
En dieciocho entradas, los profesionales nipones –que sí son hombres libres porque pueden llegar a jugar con quien quieran y donde quieran, según su calidad deportiva, sin que por ello le llamen traidores, y porque como ciudadanos pueden disfrutar de todos sus derechos y libertades-, no permitieron carreras a los profesionales cubanos, explotados y utilizados como nadie, por un dueño que pretende controlarlos de por vida, y que los vigila de tal manera, que cuando quieren hacer realidad su sueño de jugar en Grandes Ligas, escapar les resulta más difícil, que a los esclavos gladiadores en la antigua Roma.
Varios equipos participantes en este y en el Clásico anterior, contaron con estelares jugadores de Grandes Ligas. Hombres libres que voluntariamente firmaron contrato con quien les hizo la mejor oferta, y que previo acuerdo con sus equipos, decidieron representar a sus respectivas naciones. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo los peloteros cubanos que juegan en las Ligas Mayores? ¡Simplemente porque a usted no le da la gana! El 16 de julio del pasado año, en uno de sus artículos, titulado “El equipo olímpico de pelota”, dijo sobre los que han desertado, y en clara advertencia a los que piensen hacerlo: “no permitamos jamás que los traidores visiten después el país…”
¡Y así dicen que no violan los derechos humanos!, cuando, como en la antigua Esparta, consideran a los hombres propiedad del Estado; y, parafraseando a Luis XIV, acá, el Estado es Usted, y su hermano.
Señor dictador, ¿recuerda lo que decían los nazis sobre la supuesta superioridad de aquel campeón Alemán de los pesos pesados, Max Schmeling, que había derrotado en 1936 al norteamericano Joe Louis? En su segundo combate, el estadounidense le noqueó en el primer asalto.
Y es que el deporte, es eso, deporte, y la política, política. Buenos atletas pueden salir, lo mismo, de una nación democrática como Japón, que de una dictadura como la suya; así que le aconsejo eche a un lado esa mala costumbre de politizarlo todo. ¡Y cuidado si va a reventar ahora a los muchachos con “revolucionarios” métodos de entrenamiento!
Se quedó con las ganas de derrotar a los magníficos jugadores de Venezuela. Usted dijo: “de Chávez”. Pero se equivocó, aquellos todavía son hombres libres, aunque su discípulo no oculta su deseo de ser también, el dueño absoluto del equipo.
Los samuráis volvieron a demostrar que no entienden ni en “alzados”, ni en cowboys. Los del extremo oriente, sin dudas, fueron los mejores. ¿Vio el juegazo final? Espero le dedique una de sus reflexiones a los campeones por segunda ocasión.
Y para concluir: ¿No cree usted que con lo mal que marcha el país, en vez de calentarse tanto sus agotadas neuronas, con la derrota en la pelota, debía, como consejero en jefe, poner su “genial talento” en función de buscar verdaderas soluciones?
Bueno, sí en cincuenta años no lo hizo menos lo hará ahora. Además, las soluciones que se necesitan solo saldrán de un serio trabajo en equipo. Un gran equipo donde estén realmente representados todos los cubanos. Un equipo de hombres libres, y sin dueño.
José Daniel Ferrer García.
Prisionero de Conciencia.
Prisión Provincial de Las Tunas.
24 de Marzo del 2009.
