2 de Mayo 2020
El cubano que abrió fuego con un fusil AK-47 contra la embajada de La Habana en Washington e impactó la fachada del edificio con casi tres docenas de balas, quería «echar el guante (al Gobierno cubano) antes de que se lo echaran a él», según documentos judiciales citados por la AP.
Las balas perforaron la estatua de bronce de José Martí, así como las columnas y la fachada del edificio, ubicado en una calle muy transitada del sector Adams-Morgan. Los proyectiles dejaron también varios agujeros en el cristal que rodea la puerta, que quedó astillado, y vidrios rotos y trozos de madera de la puerta sobre el piso de mármol de la entrada.
Alazo, quien dijo a los investigadores que nació en Cuba y sirvió en el Ejército cubano, se mudó a México en 2003 y solicitó asilo político en Estados Unidos unos años después. Regresó a la Isla en 2014 para predicar en una iglesia y comenzó a ser amenazado allí.
El cubano, que durante varios meses estuvo viviendo en su automóvil en Estados Unidos y trasladándose de estado a estado, condujo a Washington el miércoles para atacar la embajada cubana «porque quería echarles mano antes de que le echaran mano a él, refiriéndose al Gobierno cubano». Dijo recibir «constantes amenazas del grupo cubano del crimen organizado», según papeles de la corte.
La Policía cree que Alazo había estado durmiendo en paradas de descanso en las carreteras y en estacionamientos durante al menos nueve meses porque creía que «personas del crimen organizado cubano» andaban tras él y quería proteger a su familia.
Alazo dijo a los investigadores que había recibido tratamiento en un hospital psiquiátrico y que su esposa, que es enfermera, le había dicho que lo solicitara después de que empezó a oír voces. Le recetaron medicamentos en marzo, después de una visita a una instalación psiquiátrica, pero «no se ha tomado sus medicinas como debería», indican los documentos.
El cubano adquirió una pistola Glock 19 en Texas, pero hace aproximadamente un mes la canjeó por un AK-47 porque pensaba que el fusil le ayudaría a proteger mejor a su familia, según dijo a los investigadores.
Condujo a Washington y, cuando llegó a la embajada, alrededor de las 2:00 de la madrugada del jueves, comenzó a gritar e intentó prender fuego a una bandera cubana, pero no lo logró, dice el expediente.
Agarró una bandera estadounidense y siguió gritando que él era «un yanqui». Luego tomó el AK-47 de su automóvil y comenzó a disparar hacia la embajada, añaden los documentos de la corte. Los investigadores recuperaron 32 casquillos de la calle desde donde Alazo estuvo disparando.
Cuando los agentes llegaron, hallaron a Alazo sosteniendo una bandera cubana, que tenía palabras escritas encima y había sido rociada con lo que creen era un líquido inflamable. Gritaba «cosas sin sentido», añaden los documentos judiciales.
Los agentes incautaron el fusil y las municiones. Después de trasladar a Alazo a un cuartel de la Policía, descubrieron un polvo blanco en una pequeña bolsa en la parte trasera del auto patrulla que resultó ser cocaína, dicen los papeles.
Alazo fue acusado de atacar con violencia a un funcionario o instalaciones extranjeras, dañar intencionalmente propiedad de un gobierno extranjero y de cargos por uso de armas. Seguía detenido el viernes. Se desconoce el nombre de su abogado.
